Mezcla: En la primera parte del proceso, es donde se juntan los ingredientes bases, los cuales son: la harina, la levadura y el agua. Al realizar la mezcla se forma una masa, la cual es maleable, esta se debe amasar múltiples veces para que obtenga una consistencia mucho más suave. En este proceso muchas veces se le añade cantidades mínimas de aceite, con el fin de que la masa no se pegue a la superficie donde se está elaborando.
Reposo: Cuando se ha obtenido una masa homogénea, es indispensable tenerla en reposo, en este proceso es cuando la masa incrementa su tamaño; por acción de la levadura, dando la impresión de que la masa se infla; es aquí, donde el pan adquiere el tamaño deseado. Existen diferentes panaderías que usan hornos especiales para acelerar el tiempo de reposo por medio de la aplicación de calor, logrando que el pan se infle más rápido. Las panaderías tradicionales prefieren el tiempo de reposo, debido a que se tiene la creencia de que el pan adquiere una mejor textura, sabor y aroma.
Horneado: En la etapa de horneado, el pan se introduce a un horno o cazuela, donde se expone a altas temperaturas, matando a las levaduras que se añadieron en el proceso de mezcla, pero gracias a la aireación que infló la masa tras el proceso de reposo, esta consistencia y forma permanece.
Enfriado: Finalmente, el pan adquiere la consistencia y forma deseada, pero es muy importante que no se ingiera inmediatamente después de su salida del horno, ya que en el proceso del enfriado el pan libera la humedad, madurando su textura y sabor.
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